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| Voy a inaugurar una sección hablando de los tan denostados vestidos de novia de los ochenta. En esta época de vestidos palabra de honor, cinturas casi rectas o drapeados que se ciñen al cuerpo como vendas, de mimimalismo extremo, con dobleces imposibles consideradas el summum y quintaesencia de la elegancia posmoderna, quisiera reivindicar el exceso que supuso el mal llamado perifollo ochentero. |
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| Es hora de recuperar la manga abullonada. ¿Por qué? Porque es bellísima. Las jaretas en el pecho y el dibujo central dan a este vestido una dignidad casi austrohúngara. |
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| Maravilloso. |
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| Más es más. |
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